lunes, 14 de septiembre de 2009

MADRE ANTONIA DE BARBOSA

(Aura Bustamante V)

“Religiosa Terciaria Capuchina, llega a Puente Nacional, en el año de 1955, pletórica de entusiasmo y energías, dispuesta a servir y a trabajar con la gente; a demostrar que el amor a Dios es amor al hermano que nos necesita y que, el Evangelio se testimonia y se vive en la ayuda comunitaria, en el auxilio oportuno, en la tenacidad, en la rectitud, en la verdad y en la fe.

Esta Monja paisa, nacida en Barbosa (Antioquia) ejecutiva, enfermera, contadora, teatrera, rectora, pagadora, secretaria, lingüista, arquitecta, albañil, teóloga, modista, música, y que ya había recorrido a Colombia de extremo a extremo y, en todas partes había dejado huella imborrable de su acción y que tenía la particularidad de contagiar a todo el mundo, con su dinamismo arrollador, emprendió al día siguiente de su llegada a Puente Nacional, como Superiora de las Hermanas Terciarias Capuchinas, la obra de la recuperación y terminación del edificio de la ESCUELA NORMAL, que a la sazón, se hallaba en obra negra, abandonado y olvidado por los avatares de la política.

Acudió al gobierno central, habló con los políticos, buscó y encontró al doctor Eduardo Camacho Gamba, hijo de Puente Nacional y quien había conseguido para su tierra natal, los establecimientos que la enorgullecían; pero quien había visto frustrado su proyecto estrella por las circunstancias políticas que se vivían en nuestro país.

La Madre Antonia va y viene. Habla con quienes puedan ayudar, les increpa su desidia o los alababa por su labor, según el caso, pero a todos les dice la verdad y les contagia su entusiasmo, hasta cuando el Doctor Camacho Gamba, consigue el presupuesto para terminar el edificio: clásico y moderno a la vez, imponente con sus arcos y sus amplios corredores, sus salones, sus patios, y sus jardines. Es el espacio perfecto para la formación de Educadoras, el recinto para la proyección del bien. En los últimos años cuando su edad no le permitía desempeñar cargos directivos, continuaba trabajando, ayudando a las niñas en sus labores manuales, cuidando el jardín, tejiendo encajes o engarzando rosarios; tan jovial, lucia creativa y generosa.

En el año 2000 fue trasladada a Bucaramanga a la quinta destinada para las Hermanas de avanzada edad. Allí entregó su alma al señor, el 24 de noviembre.